sábado, 5 de diciembre de 2009

La cuestión mapuche


"Muchos argentinos (sobre todo, los jóvenes) creen que los mapuches fueron los habitantes originarios del suelo argentino"

Así inaugura su escrito Rolando Hanglin, curioso nosequé (vaya uno a saber a lo que se dedica), que dedica unos cuantos párrafos a la cuestión mapuche en el diario La Nazión. Es significativa la contingencia que encierra esta oración. Lo que primero salta a la vista es lo que podríamos denominar como una "voluntariosa" evasión hacia la explicación de la nación como un constructo social. Es decir, si nosotros presuponemos que los límites que encarnan la soberanía del territorio argentino estuvieron siempre fijados, no podríamos devenir la existencia de ningún habitante origiario... los dinosaurios de Su, tal vez. Lo que no está teniendo en cuenta Hanglin al hacer dicha categorización negativa, es que los pueblos indígenas de los que él habla con tanta autoridad son (o fueron) cazadores-recolectores , y su movilidad no está circunscripta a un territorio, y menos a una ficción abstracta como puede ser un límite nacional. No tenía ganas de ser amarillista, pero la curiosidad me pudo al investigar la ascendencia del susodicho, y no me sorprendí cuando me encontré ascendancia escocesa, alsaciana, añatuyensa. Siguiendo una lógica que asigna derechos territoriales a aquellos que se asientan primoridalmente en un territorio, ¿qué es lo que habilita a Hanglin a decir que los mapuches son extranjeros y los inmigrantes europeos no?
Lo habilita, por un lado, el poder hegemónico que encarna la propiedad privada, -que, dicho sea de paso, es la piedra de toque en la lucha de los pueblos en cuestión- y, por otro lado, el discurso dominante que las clases detentoras del poder han podido construir sobre los oxidados cimientos de un territorio, cuyo ciudadano indígena deviene en una identidad de intruso y su suelo, siempre fue -sin más- un desierto. Las comunidades indígenas fueron siempre categorizadas y organizadas desde fuera por un sujeto civilizador.
La sola idea de enunciar a los indios como chilenos evoca ya en sí mismo una contradicción insalvable: ¿cómo puede un indígena -cuyos preceptos no involucran la propiedad de la tierra- reconocerse como un ciudadano de un Estado cuya función más prominente es la de la garantizar la propiedad privada?
Si remontarnos al pasado (como sugiere Hanglin) resulta esclarecedor para declarar la extranjería de los mapuches, ¿porqué entonces no nos alejamos más del tiempo concreto y vamos hacia el mito -¡y cuántos mitos construídos hay en esa escritura!- para declarar la extranjería de los españoles?
Pero no se puede ir tan atrás. La construcción de una nación como una comunidad imaginada recién comienza con la inserción de Argentina al mercado mundial, como ya nos destinaría Ricardo, para ser productores primarios a partir de la bendita división internacional del trabajo. La definición de los límites territoriales, y los límites sociales arrasó con el desierto.


¿Que significó -como formación de límites- aquella conquista? Sentó la prmordialización de las relaciones nacionales. Cuando una relación se primordializa, se comprende como dada, como inherente. Se cuela en nuestros cuerpos, lindando nuestra conciencia y penetra hasta lo más inconciente. La nación, como categoría de adscripción, sienta un límite con aquellos que no adscriben a dicha categoría abstracta. Cuando esas relaciones se naturalizan, uno no puede percibir lo hegemónico que resulta denominar a un indígena "chileno". ¿Por qué digo esto? Porque se recurre al discurso desvalorizador por extranjería a un grupo ya minusválido de los golpes que han recibido al ser despojados de sus tierras. Y termina rozando la xenofobia el hecho de concebir como "extranjeros" indeseables a los mapuches, y como "extranjeros" deseables a los europeos.

"La afluencia de los araucanos a este vasto escenario fue paulatina: puede
describirse como una colonización cultural, acompañada de una invasión armada... Las etnias asentadas en territorio argentino fueron absorbidas y adoptaron la lengua mapuche... Este proceso, que se conoce como araucanización de la Pampa, requirió largos años, pues comenzó en el Siglo XVII y a mediados del Siglo XIX todavía se estaba desarrollando."

La construcción de la araucanización y de los indios Pampa está sesgada por un componente hegemónico y además, en este caso, tendencioso. Si hay algo que ha hecho bien el poder dominante, ha sido negar la capacidad de agencia de los indígenas. Pero de los indígenas en su totalidad. En este caso, los indios Pampa, sojuzgados, aparecen como los pobres inútiles que no pudieron ante la belicosa maldad de los indios Mapuche. Díganme si no es una vuelta de tuerca interesante la de otorgar capacidad de agencia a los indígenas que justamente se pretende deslegitimar.

"Pero atención: en esa historia, que tiene muchos capítulos y muchos matices, no hay buenos y malos. No hay ángeles. No hay víctimas. No hay "mapuches". No hay "genocidio". No hay habitantes originarios, o mejor dicho sí los hay: originarios de Chile. "

La movilidad territorial de los pueblos indígenas no se restringe a limites territoriales ficticios impuestos, ni a una posterior construcción de poder en torno a esos límites que pretende subyugar a los mapuches en cuestión, a una disputa entre nacionalidades.




Curioso, Hanglin, curioso....

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