La imaginería es una especialidad del arte de la escultura, dedicada a la representación plástica de temas religiosos, por lo común realista y con finalidad devocional, litúrgica, procesional o catequética. Se vincula a la Religión Católica debido al carácter icónico de la misma, por lo que la encontramos especialmente en países de cultura católica.
Sin embargo, ante esta primera y disruptiva realidad, me convencí de que en ralidad sus significados eran no tan distintos, y su implicancia, menos aún.
A ver: cuando me sonó linda, bonita, atractiva, que estaba buena, que le entraba por todos lados, que se partía, etc etc; la palabra imaginería como título de este Blog, estaba pensando en la política. La política está construída y cimientada sobre imaginarios (que el pelotudo es honesto, que el vivo roba a cuatro manos, que el que tiene plata no va a robar porque ya tiene suficiente, que tiene cara de bueno, que la política es moral, etc), y, sin embargo, sin rozar el problema del espectro de involucrados en esa construcción, esas imágenes están edificadas bajo un halo de fé. Una fé que trasciende voluntades. Por eso somos políticos y somos religiosos, somos artistas e imagineros.
Por todo ello se trata de ser siempre imagineros: aquellos que tallamos la pulcritud de lo sagrado. Pero también íconoclastos, con un emblema derrotista y vastos de deconstruir aquellas imágenes que -desangrados- erigimos.
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